jueves, 9 de septiembre de 2010

El desencanto de la mecedora.

Siempre hay asombro frente a esas cosas que continúan existiendo, encantadoras e indiferentes: La luna, el fluir del agua, el susurro de las hojas mecidas por el viento, la oscilación de la canoa en el río. Nada revela tanto la pérdida de una persona como la continuación de la vida en el mundo, que se aleja cada vez más de los ojos que ya no la pueden mirar.


Es la herida de la muerte que no puede cerrarse y sigue apestando el aire. Lo finito que no soporta la finitud. Como aquellos ojos del animal moribundo que tienen ese estupor insostenible que busca explicaciones en lo conocido.

Cada una de las personas que amamos está entretejida en nuestra vida, en una parte de nosotros que contiene parte del mundo. Es un horizonte en el que se colocan las cosas, que pueden quedar borradas si ese horizonte se desvanece.
Las personas y los lugares de la vida se compenetran y se confieren recíprocamente valor. Para los viejos, los lugares impregnados de su vida terminan por serles más necesarios que las personas gracias a las que esos lugares asumieron en el tiempo aquel significado.

Es trabajo de la filosofía, la religión o la psicología interpretar y exorcizar a la muerte. Encajarla en los moldes del concepto y de la mente, del mismo modo que la desmesura del cielo puede encuadrarse en el marco de una ventana.

El escándalo del sufrimiento trae consigo preguntas sin respuestas. El deterioro, el desencanto y la resignación, si es que llega. El dolor de que el universo continúe como antes, alejándose del que muere.
La cruel infidelidad e indiferencia de todo sobrevivir.

8 comentarios:

  1. Al deterioro le temo, pero creo que lo cura la resignación natural a la que todos llegaremos tarde o temprano.
    Muy bueno
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Usté le asigna una responsabilidad demasiado grande a la filosofía, la religión y la psicología. Pongamos una meta más baja, pero no por eso inútil.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. creo q' lo he dicho varias veces: el problema cuando una persona - a la q' queremos - se "nos va" (maldito eufemismo) es para aquellos q' la sobreviven; el dolor y todo lo q' trae aparejado, nos parece q' no se puede continuar; pero el tiempo al transcurrir todo lo suaviza...

    yo no exorcizaría a la muerte. Sólo debe entenderse q' es parte de nuestra existencia, dolorosa - eso sí - y es más sencillo de sobrellevar con el amor y el cariño de aquellos q' nos rodean

    winter, puedo decir q' tu escrito te hace pensar y te deja cavilando

    un abrazo

    ResponderEliminar
  4. la vida te lleva.. a veces de la mano y otras a patadas en el culo.. pero te lleva.

    dicho sabiamente por mi madre, a la que extraño fervorosamente.

    El problema con la muerte lo tienen los que quedan vivos....

    ResponderEliminar
  5. Ay, Nena, me conmoviste. Esto, siento que lo has escrito desde un lugar especial, que vibra con sentimientos muy profundos, y también me llega muy profundo.
    Y me entristezco al leerte, pero a la vez me maravillo con este modo de transmitir que me llega tan hondo.
    Te abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
  6. Adhiero a lo que dice la mamá de Gabriela.

    "la vida te lleva.. a veces de la mano y otras a patadas en el culo.. pero te lleva."

    Para mí, la muerte es sólo eso. La muerte. ya no estás, fuiste y listo. Lo tétrico está en el sufrimiento.

    Besos en el green

    ResponderEliminar
  7. ¿¿¿ "...exorcizar a la muerte." ???
    No hay nada que hacer contra ella, más que aceptarla inevitablemente cuando nos toca de cerca.

    Prefiero dedicarme a festejar la vida y regodearme en los recuerdos que me unieron al que ya no está.

    La muerte tiene mala prensa... Sólo porque quienes la escriben son los sobrevivientes.

    Le dejo un fuerte abrazo, como siempre.

    ResponderEliminar