viernes, 11 de junio de 2010

La ofensa. El desprecio y el rencor. Algunas ideas.

El ser despreciado sufre una emoción que afecta de forma inmediata y duradera el sentimiento y  la pasión y no es un sentimiento de ira, de miedo o alegría, es un sentimiento que se define como algo más hondo, es una pasión que posee la intensidad de las emociones y la prolongación en el tiempo del dolor que aviva el rencor.

Y de este rencor nace el resentimiento, el encono, la enemistad, la aversión y quizá la maldad.

El desprecio nunca provoca tolerancia, benevolencia o compasión porque es un agravio, real o imaginado que puede amargarnos durante toda la vida y como un veneno de absorción lenta, va emponzoñando nuestra alma hasta desembocar en extremos que pueden generar hechos tristes y lamentables.

Todos, alguna vez tras una injusticia, una humillación o un desprecio, hemos actuado con rencor por más buenas personas que seamos si estamos poseídos por la pasión. No podemos optar por el olvido o el perdón, hasta tanto no se repare la ofensa, porque el perdón (que la cabeza domine al corazón) es incompatible con la pasión provocada por el rencor.

El rencor producido por una ofensa es una pasión autosuficiente que crece como si fuera un tumor y se alimenta a si misma, desatando una respuesta emocional incontrolada en el momento menos pensado.

El agravio sufrido por un desprecio no provoca una reacción inmediata como la ira, que te empuja a actuar antes de pensar, sino que genera una pasión duradera cocinada a fuego lento en los fogones del odio.

Las cavilaciones irracionales muchas veces van generando poco a poco un estado de hostilidad que termina en un sentimiento agresivo con un obsesivo deseo de revancha. Así se va anulando nuestro esquema de valores, ya que esta cavilación obsesiva provoca en nuestro cerebro un fanatismo que ciega y obstruye un normal razonamiento que se retroalimenta.

La única forma de evitar situaciones de este tipo, es o bien reparar la ofensa por parte de quien la ha cometido o bien hacer un máximo esfuerzo para no recordar constantemente dicha ofensa. Pero desmontar un agravio es difícil y pocas veces tiene solución.

Un ridículo, una humillación o un desprecio son demoledores para el ego, para el amor propio. Aunque también depende de los niveles de suspicacia u orgullo del que se siente ultrajado.

Si a esto le añadimos la natural desconfianza en el ser humano no es de extrañar que ciertas inquinas se prolonguen indefinidamente en el tiempo.

El que ofende y humilla crece en su soberbia con la misma intensidad que el ofendido crece en su rencor.

Si queremos vivir en paz como una sociedad civilizada, el que ha ofendido debe saber que hará bien en reparar el daño y el agraviado debe saber también que el rencor oscurece la alegría, la ilusión y el optimismo y que deben saber perdonar sin que ello signifique poner la otra mejilla, porque el olvido y el perdón sólo serán viables, cuando se haya reparado el agravio y la humillación.

33 comentarios:

  1. No me gusta ir contra mi naturaleza e instintos, no lo considero "natural". La represión interna, fogoneada por las normas de urbanidad, buen vivir y socialización, genera un anquilosamiento que, pasado el tiempo, es díficil de desentumecer.
    Hay que liberar la bronca, cueste lo que cueste, porque sino los agresores se ceban y reinciden con uno.

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  2. Pucha Adenoz, me pusiste a pensar! Los agresores se ceban y reinciden...

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  3. Che, pasé de casualidad por tu otro blog y lei el post (único) de febrero. Está bueno! Me parece que tenés pasta para los relatos cortos. Hacete tiempo o no le des más bola a éste.

    P.D.: Winter escribió "puto"!!! Winter escribió "puto"!!!

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  4. No me acuerdo de quién lo dijo, pero lo suscribo.
    Era algo así: (ante una ofensa) La indiferencia es la forma más elegante de la soberbia.
    Hay que perdonar a los enemigos, nada les molesta más.

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  5. Ah, y después viene la demanda civil, claro.

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  6. Puntualmente tengo distintas reacciones dependiendo de la persona o la situación. Difícilmente me transforme un tipo rencoroso, tan solo tomo mis recaudos. Y hubo otros casos, los más graves, en los que intenté manejarme en la mejor de la parcimonia. Lamentablemente, el resultado físico no es el mismo que el diplomático. Todo sale a flote, lo que no descargamos con la palabra, el cuerpo te lo hace sentir después.

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  7. Estoy releyendo el post y en verdad no encuentro en mi persona el haber humillado a alguien...
    Rencoroso, no lo soy, pues creo q' es una emoción q' termina envenenando a la persona q' lo siente. Creo q' la energía - negativa - q' conlleva es desgastante y termina enfermando.

    Sé q' si una persona me es molesta, o es alguien "funesto", lo mejor es aplicarle la indiferencia. Es un buen remedio - muy incordioso, irritante - y muy eficaz, lo sé a ciencia cierta.

    Claro q' en nuestro país, el desprecio, la ofensa, el agravio, la humillación, es común entre los políticos y eso se hace "carne" en la ciudadanía, lo cual termina siendo un mal ejemplo y no nos lleva por buen camino como sociedad…

    Un abrazo, Win. Buen fin de…
    Muy bueno el pensamiento :)

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  8. "La no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cesemos de dañar a otros seres vivos, somos aún salvajes."
    Thomas Edison

    En su época era solo seres vivos, ahora es al planeta en gral.
    Todo dicho.

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  9. Como muchos, no he estado exenta de recibir agresiones y ser víctima de la violencia propia de las situaciones que vivimos a diario. Por eso quiero agregar que se puede caer muy hondo en la tristeza y el dolor que estos puedan generar... pero es posible salir, comenzar de nuevo y ser una persona completamente diferente a la que se esperaría (amargada, rencorosa, generadora de más violencia, etc.).

    Bueno, eso sonó a "esta chica acumula trumas", (espero que no) pero tu post toca un tema muy amplio que puede verse desde diferentes puntos de vista y da mucho que hablar...

    Besos!!

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  10. leete algo de la teoria del apego... te va a gustar, sobre todo si andas masticando esto de las ofensas y el rencor.

    besos!!

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  11. Primero hay que medir a quien te ofende, si vale la pena guardarle rencor, si ofende ya está demostrando ser una persona inferior, como Adenoz, que en un comentario me ofendió alevosamente, entonces no vale dedicarle tiempo y enojo, es peronista, con eso está todo dicho. No soy rencoroso, exploto en el momento y quedo a nuevo.

    Pasando a otra cosa, me gusta la plantilla actual, te felicito por el cambio, ésta es amplia, cómoda y estéticamente agradable.
    Saludos.

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  12. Ceo:
    Quién te ofendió alevosamente?? Ehee? Ehee? Nunca ofendí a nadie, viejo del orto!! A ver, a ver, decime cuando puse un insulto, malparido. Pero que tipo hijo de...
    Eso si, dibujás como los dioses.

    P.D.: decirme que soy peronista fue a modo de ofensa? Si fue así, sos una persona inferior, vejete.

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  13. no recuerdo donde escuché o leì que no ofende quien quiere.. sino quien puede.

    Esto es que una ofensa es tal dependiendo del punto de vista del agredido y que tan hondo le cale en su realidad.

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  14. Estoy de acuerdo con "Relato del Presente", más que nada en la última frase.
    En mi trabajo lo veo y lo escucho permanentemente.
    Los síntomas en el cuerpo se corresponden con lo "no dicho", con la palabra silenciada.

    Hay un concepto medio confuso a mi criterio, que tiene que ver con las cavilaciones. Éstas están relacionadas con la razón.
    Cuando se habla de irracional, se refiere uno a una falla a nivel de pensamiento. Es patológico.
    Las cavilaciones obsesivas hacen referancia a una patología (neurosis obsesiva grave).

    Una cosa es lo irracional y otra cosa es lo impulsivo.
    Cuando hay impulso no hay filtro a nivel de pensamiento debido a la interposición de los afectos.

    Es cierto que todos estos afectos penosos, provenientes de una vertiente odiosa, se enquistan dentro de uno, se convierten en pequeños tumores que deben ser extirpados.

    Cuando no se puede solo, se busca ayuda, pero aseguro que es posible quitarlos de raiz para que no vuelvan a reproducirse.

    Besos!

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  15. Adenoz:

    ¿Cómo cuando me ofendiste, dolape del demonio? La última vez me dijiste hermano; lo único que falta, que yo sea hermano de un peronista. ¿Eso de vejete es una ofensa? ¡ Aclaramelo por favor! no sea cosa que gaste rencor al pe pe.

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  16. Adenoz, sos un raro: Te gusta mi otro blog! O sos Pepe Contreras?

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  17. Bugman, sépaló: La indiferencia me molesta muchísimo más que la ofensa. La detesto desde mis entrañas y la combato con munición pesada. Es soberbia en estado puro.
    No concibo ignorar a otro ser humano porque me transforma a mí misma en un ser despreciable.

    Tenga un respetuoso saludo señor Bug.

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  18. Relato, es muy cierto, el cuerpo se hace cargo de la situación y pone de manifiesto lo que no lo hicimos con las palabras.
    A veces es mejor reaccionar rápido y evitar que se enquisten los sentimientos ingobernables.

    Un saludo afectuso

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  19. Artus, respecto a la indiferencia creo que sabés porque lo dije varias veces en este blog, la detesto porque implica soberbia desde quien la ejerce. No puedo ni aún queriendo.
    También parte del post está dirigido a esa imposibidad de encontrar acuerdos básicos como conjunto social y el evitar regodearnos en el rencor distinguiendo personas y acciones malas-malas de otras necesariamente malas pero buenas.
    Te doy un ej. irritante: Una doña Rosa de Palermo o Belgrano es mala gente pero una doña Rosa de San Martín o Lomas de Zamora es buena gente. Esto es verdaderamente odioso, injustificable y discriminador. Sin embargo, desde el gobierno nacional se fogonea constantemente este enfoque.

    Un saludo desde la bici (aunque hace frío para pedalear al viento, no?)

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  20. Petardo, no podría estar más de acuerdo. Respetar a toda forma de vida es mi objetivo básico en este transitar por el mundo.
    En lo personal, me siento afectadísima por el derrame de petróleo en el golfo. No logro digerirlo.
    Un cordial saludo!

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  21. La Maga de Lioncourt, bienvenida! Es cierto que el tema es muy amplio y permite opinar desde distintos ángulos. Esa es la idea desde la que parten mis posts habitualmente. Aunque no siemmpre lo logro, trato de lograr que los comentarios sean más interesantes que la entrada en sí. Hay gente muy valiosa navegando en internet que tiene mucho para sumar.
    Esta es tu casa cuando gustes.
    Un cordial saludo.

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  22. Gabriela, anoche estuve buscando algo sobre la teoría del apego y creo que no encontré nada adecuado. Me recomendás alguna lectura?

    Abrazo.

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  23. Ceo, maestro, permítame: Juás!!! Adenoz es una polémica itinerante...
    Sí, cuando uno explota se siente aliviado.

    Gracias por el halago. Es mérito del Señor Blogger que puso nuevas plantillas. Esta me gustó justamente por la pureza de sus líneas y su amplitud. Transforma el blog en un loft (!)

    Mi admiración a tu trabajo, como siempre. Un cariño.

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  24. Gabriela, es cierto que una ofensa es tal en la medida que el ofendido se encuentra en condiciones para sentirse así. Tiene mucho que ver con el modo en que uno se siente.
    Pero en eso estoy con el comentario inicial de Adenoz: El agresor se ceba y reincide con uno. Cuando uno se pone en blanco fácil, hay gente que practica el deporte...
    Un beso

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  25. Meli, bienvenida! Tu comentario es sumamente interesante y profundizás en las cavilaciones obsesivas. Conozco a más de una persona que no las registra como una patología, es más, las consideran normales e inevitables por aquello de "todos somos neuróticos".
    Pero tu explicación le pone un CHAN CHAN!

    Gracias. Está para leer más de una vez.
    Un saludo cordial.

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  26. Meli, esta parte la leo y la leo y no le encuentro la vuelta:
    "Una cosa es lo irracional y otra cosa es lo impulsivo.
    Cuando hay impulso no hay filtro a nivel de pensamiento debido a la interposición de los afectos."

    Mi pregunta es: En lo irracional, hay filtro?

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  27. WINTER
    ¡Qué se yo¡, yo trato de respirar profundo, llorar un poco y olvidarme. luego se me pasa. no soy rencorosa, más bien algo suceptible.
    baco amica

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  28. Winter, te cuento que cuando hablamos de impulsivo, no necesariamente hablamos de carencia de lógica, sino que hay falla parcial a nivel de pensamiento por la interposición de los afectos. De este modo, no cumple correctamente con su función de mermar los impulsos.
    Cuando se habla de irracional, se refiere uno a falta de razón, a falta de lógica a nivel de pensamiento, a una falla generalizada a este nivel.
    Lo que sucede es que como toda la terminología se encuentra sumamente culturalizada, se ha desvirtuado la utilización y/o la aplicación de las mismas.

    Las diferencias sin casi invisibles, son ínfimas, delgadas y dan lugar a la confusión.

    Espero haber aclarado mínimamente algo de lo que intenté escribir.

    Besos Winter!

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  29. Magú, qué alegría recibirte por acá!!! Tu sabiduría práctica es envidiable...
    Me encantó tu última rima, la de Chiche.
    Un abrazote

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  30. Leete algo de Bowlby (el fundador de la teorìa) y también algo de Robert Weiss sobre la soledad.

    Hay bastante en google como para que pispees.

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  31. WINTER
    Siempre siempre siempre te leo. un abrazote grande
    magú

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  32. Disiento.
    ¿Qué es una ofensa?
    Digo, si hice o dije algo y te ofendiste, ¿es mío el problema?
    Evito inmediatamente, siempre que puedo, a la gente sensible en ese sentido. La gente que se ofende no me va. Para nada. Me disgustan las personas a las que hay que hablarles "con cuidado" para que no se ofendan.
    La ofensa depende pura y exclusivamente del ofendido. Lo mismo el rencor.
    Me salgo, no juego tal jueguito y pineso: "¿Te ofendiste por esa boludez? Curtite".
    Creo que el ofendido carece de coraje para enfrentar la situación.
    Antes que ofenderme, reacciono. Resuelvo.
    La indiferencia me parece una respuesta inválida, una mentira.
    El olvido, otro engaño.
    El desprecio... Uhmmm... ¿Qué se supone que es eso? Creo que ahí juegan las expectativas del despreciado que, esperando que lo traten de una manera por él deseada, se encuentra con algo totalmente distinto. Me parece el mismo esquema. No es mi juego.
    El perdón... Me suena mal. Veo al que perdona en una postura magnánima. ¿Quién está a la "altura" de perdonar "qué"? Vamos, no me perdones, mejor bajate de ahí y alejate un poco. Sí, sí... un poco más :)
    Si queremos vivir en paz... No rompamos las orejas, actuemos con respeto, escuchemos, tengamos cuidado al actuar, indiquemos los límites...
    El ofendido no podrá perdonar. Primero tendría que crecer, entonces ya no estaría ofendido y no habría nada que perdonar.

    Winter, sí... Ando con ese humor. :)

    Le dejo un abrazo.

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  33. Creo que está en nosotros el sentirnos ofendidos o humillados, depende del modo en que procesemos la situación.
    Yo a veces me he sentido muy mal ante actitudes de otros que buscaban hacerme daño o descargar sus cuestiones en mi persona.
    De a poco voy aprendiendo a no permitir que me dañen. Que el sopapo lo den en el aire, yo trato de no recibirlo.
    Para mí es importante darme cuenta de que la ofensa habla más del que ofende que del que es ofendido, y como suelo ser muy cuidadosa con los demás, y si llego a hacer daño sin darme cuenta (nadie es perfecto) pido perdón y reparo cuanto antes... a la gente que suele ofender a los otros para sentirse más, la dejo de lado.
    Automáticamente me sucede que esa persona deja de interesarme totalmente. Debe ser una defensa, qué sé yo.
    Pero me sirve para no dar pelota a lo que me haga mal y focalizar en cosas buenas y constructivas.
    A veces, claro, suceden cosas muy fuertes con las que reaccionamos mal, pero siempre hay tiempo para respirar hondo y poner las cosas en su lugar.
    Un abrazote.

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