Les agrego algunas fotos que hablan por sí mismas. Viajar reconforta el espíritu. No se trata del hacer turismo sino de verse transformado en un viajero compenetrándose con la idiosincracia del lugar que se visita. La gente de aquí es muy diversa: Los residentes son especiales, privilegian y cuidan el entorno, son sumamente educados, tienen buenos modos y siempre están alegres. Siempre pensé que es imposible estar de mal humor en lugares como este pero ahora no estoy tan segura. Cada vez que convenzo más que es una cuestión de actitud. En el sentido profundo, no como un slogan. Bien, es un simple divague, debe ser la brisa cálida del mar.
Pongo un punto y acoto algo muy personal: Viajar sola, sin compañía, sin conocidos es el ejercicio de la plena libertad. Lo confirmo una vez más.
Captiva, la isla vecina
Les dije que Captiva era un bosque con mar
El faro de Sanibel
Cerca del faro de Sanibel.
Vigilador de Captiva
Vecino de Captiva
Puente de St. Petersburg. Cruza una bahía enorme!
Allá arriba, sopla muchísimo viento. Es más
alto de lo que parece en la foto.
Cuando uno está solo afloran sus verdaderas costumbres y tendencias. Es un buen ejercicio.
ResponderEliminarFantásticas imágenes.
Un saludo.
Más de una vez estuve por mandar a la mi**** a mi acompañante de viajes. Creo que en cada viaje en algún lugar fantaseaba con agarrar mi valijita y "hasta luego". Pero bueno, si ya tenés todo pagado! jajaja!! Es más práctico hacerlo en Buenos Aires. Pero hubiera sido bueno ir sola. Nunca viajé sola. Siempre lo hice en pareja, con amigos, en familia pero sola nunca. Habría que probar. ;-P
ResponderEliminarUna fotos lindísimas!
Besos
Yoni, sí es una propuesta de autoconocimiento.
ResponderEliminarLady, probá! Te vas a sorprender lo raro que se siente el vincularte con gente desconocida. Cuando estamos solos las personas somos muy parecidas.
No hubiera querido estar en tu lugar. Aunque alguna vez viajé con un desagradable que no sabía convivir ni por unos días.