martes, 30 de junio de 2009

Argentinos a las cosas

Hace veinticuatro horas los argentinos nos convertimos todos en expertos politicólogos. Cada uno de nosotros tenemos una explicación de la "crónica de una muerte anunciada" en el pingüinato. Hoy nos sentimos todos opositores, fabulosos por haber vencido a las estructuras clientelistas. Pero me permito, en medio de esta euforia, preguntarme y preguntarles: Y ahora? Porque no nos vayamos a creer que el resultado electoral nos va a beneficiar por sí mismo a los ciudadanos de a pie...
Se impone una profunda y pormenorizada reforma del sistema de partidos y elecciones internas. No puedo entender cómo toleramos ir a las urnas sin tener la remota idea de a quién estamos votando y quién los puso en esa lista sábana y en ese orden. Vamos, quién los votó a esos... Porque finalmente llega el fatídico día y tenemos que elegir el mal menor. Así venimos votando hace rato. Y en esta ocasión inclusive con engaños groseros y falta de respeto a la ley como las listas testimoniales, espejo y colectoras incluidas. Un exceso hasta para un novel votante (que se volcó masivamente a votar la utopía de Pino).
Ahora mismo me pregunto cómo va a actuar el Congreso hasta diciembre. Con la legitimación de quién? O se tomarán vacaciones hasta el 10 de diciembre? Se viene un país complicado.
Producir liderazgos internos de manera pacífica y constructiva es una obligación de cada uno de los partidos políticos. La política partidaria es tarea de todos. Un país a la deriva, sin rumbo, más temprano o más tarde termina estrellándose.

domingo, 7 de junio de 2009

Reflexiones

El cerebro es un órgano misterioso. Lo que más me gusta de él, es que a veces te hace aparecer inteligente frente a los demás. Lo menos: demasiadas veces te hace trampa. Decís lo que no queres decir, ofendés sin querer, opinás por opinar sin fundamento, de puro hablador... y lo peor: hablás sin medir las consecuencias. Por eso a veces desconfío de la gente que se autodenomina como transparente y frontal. Qué opinás?

"Una de las mentiras más intrigantes es la que sugiere que el lenguaje está hecho para entendernos. Desde luego, cuesta admitir que el lenguaje no sirva para eso, pero si el lector mira a su alrededor, observará que el lenguaje también sirve para confundirnos. Al menos, se trata de una herramienta muy imperfecta. Nos cuesta definir con palabras nuestros pensamientos y emociones, y por otro lado, nos cuesta adivinar qué quieren decir los otros cuando hablan. Por eso completamos nuestra comunicación con signos, con entonación, con gestos, con miradas, con sonrisas. (...) Nos comunicamos aunque sabemos que nuestra comunicación es imperfecta. Nos comunicamos a pesar de la confusión que generamos y a pesar de las limitaciones de nuestra comunicación."
"El alma está en el cerebro", de Eduard Punset.